viernes, 13 de noviembre de 2009

Slow Sex

La tendencia slow propone curarse de la enfermedad del tiempo y volver a gozar de un tiempo propio. Se aplica a la comida, en el trabajo, en la organización de ciudades enteras y, por supuesto, el movimiento llegó también al sexo: hacer el amor de un modo plenamente consciente y disfrutarlo. No se trata de tantra, pero se le parece. Y quienes lo experimentan, más que sonreír, destellan.

Darle lugar al deseo ¿Quién dijo que el sexo tiene que ser espontáneo? Sin duda hay que encontrarle un lugar y un tiempo. Los expertos aseguran que el slow sex –o el good sex – empieza 24 horas antes, sembrando la fantasía.

Hacer el amor en frecuencia slow se podría asemejar a un ritual. Tiene preparativos y merece ser celebrado con cada detalle en su lugar. Así, la estética es otro de los ítems destacados. Lo más cercano y conocido es un albergue transitorio o un hotel, donde el hidromasaje, las luces, la música, el sabernos ahí sólo para eso, le devuelve a la lujuria ese protagonismo que nunca debería perder. Sin embargo, mucho de esa atmósfera se puede mudar a cualquier casa de familia.

El sexo lento pasa por aprender una serie de pautas sencillas. Lo importante es disfrutar. Hay que olvidarse de cuántas veces, con cuántas mujeres, la cantidad de posturas o cuántos orgasmos hemos alcanzado o podemos alcanzar. Prolongar el acto sexual en un buen ambiente, con preliminares largos, con caricias que se extienden, con un fin que no tiene por qué ser el orgasmo.

Y es que la idea primaria del slow sex no es la cantidad, sino la calidad. Precisamente vivimos en un buen moemnto para reflexionar sobre ello, ya que en esta época de saturación informativa sobre sexo, parece que todo el mundo parece que practica sexo por todos lados. Pero eso eso es escandalosamente falso. Como dice Carl Honoré en Elogio de la Lentitud, "hablamos, fantaseamos, miramos, bromeamos y leemos acerca de sexo, pero la verdad es que dedicamos muy poco tiempo a practicarlo"

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