martes, 27 de julio de 2010

Almanaque 2010 Slow Food: 20 años a favor del placer

Se cumplen 20 años del nacimiento del Slow Food y la firma de su manifiesto, del Movimiento internacional por la Defensa y el Derecho al Placer y de la reivindicación del ser más humano, tal como recoge el exquisito Almanaque 2010 de Slow Food. Un documento que en esta ocasión salta del papel al formato digital como justifica el fundador de Slow Food y actual Presidente, Carlo Petrini, para enriquecer un contenido erigido sobre una filosofía compartida cada vez por un mayor número de personas; de personas felices. Slow Food aglutina a tantos colectivos y realiza tantas y tan variadas actividades, que se ha convertido en el valedor más auténtico del movimiento Slow, el que lo alimenta y justifica aquello tan manido del “somos lo que comemos”.

El Almanaque 2010 de Slow Food se puede consultar y descargar desde la web slowfood

lunes, 19 de julio de 2010

El lujo de ir… despacio, este verano en Panticosa Resort


Todo buen aprendizaje requiere de un entorno adecuado, y uno de los parajes más idílicos es el Pirineo aragonés. Allí, este verano, y de la mano de L’astragal, se imparte un curso de verano centrado en la regeneración personal a través del control del propio tiempo, con un programa que incluye un apartado específico de “recursos prácticos slow para facilitar la sostenibilidad personal”. El Balneario de Panticosa es seguramente el mejor lugar para volver a sentirse espléndido, sano, inconmensurable. La energía emana directamente de su majestuoso lago y se eleva hasta los picos de las montañas que destilan chorros de vida. Sólo con respirar, todo ese torrente energético penetra en tu interior y te impulsa para hacerte sentir el dueño… de todo el tiempo del universo.

Más información sobre el curso de verano de L’astragal

martes, 18 de mayo de 2010

El móvil, aparato amigo



La tecnología que nos propulsa hacia el futuro consigue que nos habituemos rápidamente a ella, asumiendo inconscientemente los avances que nos ofrece. Esta normalización lleva aparejada una sobreutilización de ciertos recursos que derivan en una mala administración de nuestro tiempo. El exceso de dedicación, la velocidad y la inmediatez asociadas, son algunos ejemplos de esta acumulación de ventajas tecnológicas.
Aunque hay muchos sitios en internet que glosan los avances técnicos y comunicativos que disfrutamos hoy día, con variada terminología, esta vez reparamos en un blog que viene tratando con exquisita corrección los medios de comunicación (con un especial énfasis sobre la televisión), y que recoge en una entrada sobre la humanización del teléfono móvil que requiere ser compartida:

Medioambiente simbólico

lunes, 26 de abril de 2010

“La velocidad del tiempo”, por Ángela Becerra



Un minuto puede ser un soplo de nadas o un ciclón de todos. Lo que conocemos como" nuestra edad" es el resumen de aquello que vamos depositando sobre nuestro tiempo vital, ese que iniciamos con un grito y se nos va con un silencio.
Hoy, el tiempo que nos toca vivir, poco o nada tiene que ver con el de otras épocas, porque está marcado por un hecho definitivamente nuevo: la velocidad de nuestro tiempo.
En este 2010, confundimos la urgencia con la vida. Para permanecer e incluso ser, otros decidieron que había que correr empleando el código "tiempo veloz". Nos trataron de moldear entre flashes de modas efímeras, hormigones de hipotecas y estímulos de imitaciones sin raíces ni ambiciones. Y sin tomar conciencia, nos subieron a una plataforma de histerias, con taxímetros de tarifas desquiciadas, para tratar de llegar antes a la nada.
Después de tanto vivir, uno descubre que tras esas esquinas, jaleadas de ida estúpida, existe otro tiempo; otra forma de entender la vida. Es el tiempo tranquilo, el del silencio, que valora el ser por encima del tener. Aquel que no acepta peajes por ostentaciones estrelladas en miserias vacías. Aquel que sabe encontrar el perfecto e indiscutible punto personal. Ese punto íntimo y placentero entre el coste de la decencia y el alquitranado rasante déficit de la indecencia.
Definitivamente, la vida es una cuestión de velocidad.

“The end” de la escritora Ángela Becerra

miércoles, 14 de abril de 2010

Slow Schooling y la educación emocional


Son dos conceptos que no están directamente relacionados, pero a los que une una especial preocupación por la salud y el aprendizaje de los niños de hoy, que se convertirán en los ciudadanos del mañana. El Slow Schooling o escolarización lenta, se puede encuadrar dentro del Movimiento Slow, aunque parte de su filosofía cuestiona incluso el modelo educativo estandarizado que impera en la actualidad y plantearía una reorganización de la sociedad mucho más profunda. La educación emocional es la estimulación y desarrollo de las actitudes que procuran un óptimo equilibrio emocional en pos de un mejor aprendizaje, en el que se potencien además unas habilidades que consigan completar el potencial como seres humanos. Tras toda la palabrería que puede adornar la definición de estos métodos, se sitúa la reconversión de un sistema educacional para que los jóvenes puedan aprender de verdad en un mundo con exceso de información, y recuperen una serie de valores personales y sociales indispensables para su crecimiento interior. Eduardo Punset, en su programa de televisión “Redes”, expone el valor que tiene el cuidado emocional de los niños incluso durante el embarazo, además de los beneficios que aporta, tanto sociales, como particulares para las embarazadas. Por mucho que se pueda considerar una moda más, lo que es irrefutable es que la clave de una educación para los jóvenes que forme adultos responsables, tiene dos pilares básicos: tiempo y equilibrio.

Educación emocional en los colegios

miércoles, 24 de marzo de 2010

Zaragoza aplica el Slow Traffic para aumentar la seguridad vial


El Ayuntamiento de Zaragoza tiene previsto limitar la velocidad máxima del tráfico rodado en la mayoría de sus calles a 30 kilómetros por hora antes de que finalice 2010. El objetivo es mejorar la seguridad vial y facilitar la convivencia entre peatones, ciclistas y automóviles. Será la primera ciudad española que adopte esta medida. Obviando algunas consideraciones más o menos oportunistas, hay que ponderar que todos desempeñamos diversos papeles en función de las situaciones en que nos desenvolvemos: conductores cuando nos ponemos al volante o pasajeros a bordo de un vehículo, peatones cuando caminamos las calles, ciclistas si usamos la bici (más ahora que se ha puesto de moda para trayectos urbanos con los servicios públicos de alquiler de bicicletas). Y es precisamente esta correcta asunción de roles en la que se fundamenta la medida a aplicar, la que conduce a la empatía necesaria para mejorar no sólo la educación vial, sino también el civismo y algunas conductas básicas de convivencia que se están perdiendo en nuestra sociedad actual.
El mensaje no es “hay que conducir más despacio”: deriva hacia un “hay que conducir más seguro”, con un respeto máximo hacia los demás. De esta manera Zaragoza será una ciudad todavía más humana, en el sentido de que sus calles se podrán recorrer en coche, en bici o caminando, de una manera tranquila. Y podremos decir, jocosamente, que Zaragoza es más Slow, porque seguiremos estando vivos para reírnos y ser felices.

Noticia en la Web del Ayuntamiento de Zaragoza

miércoles, 10 de marzo de 2010

Slow Family



Existe el riesgo de etiquetar en demasía como Slow actitudes y conductas que no dejan de ser un reflejo natural de hacer las cosas. Por eso, cuando el día a día refrenda lo que ciertos textos recogen como doctrinas o mandamientos a acatar, supone la confirmación de que estamos retomando el control de nuestro tiempo, de nuestra propia existencia. Cuando a la vida llegan los niños, de manera directa como hijos, o de forma más indirecta como sobrinos y otros parentescos o a través de amistades, el tiempo y las rutinas adoptan una nueva forma que lleva impregnado un aroma inconfundible que evoca al asombro cotidiano.

Este testimonio real es suficientemente revelador:
“Caminar por la calle y detenerse en los semáforos, recuperar ese tiempo de espera hasta que el disco cambia de color. Respetar los pasos de peatones, ceder el paso, andar por la derecha. Dar los buenos días atentamente a quien te cruzas en el camino. Guardar la fila para comprar el pan y atender las conversaciones, saludar, despedirse, respetar aquello de ‘dejen salir antes de entrar’. Paladear el paso del tiempo sentado en el parque junto a los columpios. Pararse ante el vuelo pasajero de los pájaros, mirar atentamente cómo caen las hojas de los árboles en otoño o cómo las hormigas laboriosas recolectan durante el estío.
La capacidad para relativizar el tiempo está en la mano de cualquier niño. Sólo tienes que ofrecerle la tuya para comprobarlo”.

Manifiesto Slow Family