jueves, 18 de febrero de 2010

El tiempo de escuchar discos


Hoy ya no se lleva escuchar un disco de principio a fin, degustando el método que ha llevado al artista a concebir su obra como un todo, con cada canción formando parte de un trabajo global. Hoy todo son hits radiofónicos y discotequeros transformados en formato mp3 que escupen los gadgets más modernos y los móviles que algunos jóvenes enarbolan como si fueran los transistores de antaño.

Hoy, al igual que en el mundo del deporte prevalecen los jugadores en lugar de los equipos, las canciones son más importantes que los discos. Los programas que triunfan en la TV son los contenedores que resumen en imágenes los contenidos de programas que tuvieron una identidad propia. Las mejores audiencias las registran los anuncios, las cortinillas y los microespacios creados para los intermedios.

Internet se llena de links que resumen las mejores noticias del día y los mejores goles de la jornada, que adelantan los trailers de las películas que luego nadie ve, que clasifican en un ranking los temas según las breves opiniones de los lectores. Todo requiere una compresión máxima: los 160 caracteres que permite un sms, las frases inacabadas de twitter. La vida ha de caber en un blog, tu historia se debe resumir en un post de cualquier foro, los eslóganes redefinen la cotidianeidad, los best-sellers deben ajustarse a 200 páginas, los periódicos sólo son de titulares y no de noticias.

Hoy puedes retirar de la estantería la caja de ese compact-disc olvidado, abrirlo con cariño, y sumergirte en el sonido que alguien compuso para atrapar tu espíritu durante 60 minutos, mientras expandes el libreto para seguir las letras, para detenerte en las fotos que acompañan, cerrar los ojos y sentir cómo las notas penetran en tu alma.

Encuentra tu tiempo. No hay nada como la música para regenerarte.

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